Con la subida de las aguas en el embalse de Entrepeñas, se recondujo en Alocén en una nueva imagen, y ahí está, modélico en su diferente concepción, cómodo, limpio y hasta original, como corresponde a un pueblo para el recreo de los sentidos, para el descanso, donde no falta el grato ingrediente de unas vistas extraordinarias desde alguno de sus espléndidos miradores, allí en la altura. El azul de las aguas del pantano, el cárdeno de las serrezuelas próximas y de los tesos alcarreños en varios kilómetros a la redonda, la chispa marina de las calas donde el hombre y el paisaje se divierten, son impresiones irrepetibles que sólo quedan al descubierto desde allí, desde los altos de Alocén.
El pueblo, por su parte, se nos muestra medio oculto entre la vegetación, ladera abajo, extendido en la solana frente al pantano. La Plaza Mayor es una de las más cuidadas y luminosas de toda la Alcarria. El nuevo edificio del Ayuntamiento, según los viejos moldes, y la iglesia parroquial, son los dos edificios que sirven de límite a la plaza. El patrón de la villa es el Cristo del Amparo, con fiesta mayor el domingo posterior al 15 de agosto, acontecimiento que suele destacar entre los demás pueblos que tiene por vecinos.